RESEÑA DE LA REBELIÓN DE LOS PINGÜINOS

La educación de las nuevas generaciones es un tema muy importante dentro de una sociedad, puesto que son ellas, las que algún día tomarán el poder y manejarán según su aprendizaje y experiencia. Es por eso que muchos de los gobiernos prestan particularmente mucha atención, tanto en el crecimiento de equipos educativos -cómo bibliotecas o escuelas por ejemplo- como en la búsqueda de nuevas y mejores técnicas de enseñanzas para los estudiantes.
Además se tiene en cuenta que no todas las personas viven en una comodidad económica como para costear sus estudios, por lo tanto se han creado ayudas, como becas o educación gratis para las personas de bajos recursos, pretendiendo ofrecer un completo programa de formación en todas las instituciones públicas. Esto se lleva a cavo en muchos países, tanto en los industrializados como en aquellos que están en vía de desarrollo.
Sin embargo con el artículo La rebelión de los pingüinos publicado en la revista Gatopardo número 71 de 2006, se puede observar que la educación se descuidado, en este caso en Chile, donde el desinterés del gobierno por la educación, produjo una rebelión por parte de los estudiantes. La Autora del artículo, es la periodista chilena Marisol García, comenta acerca de temas políticos, sociales y se interesa mucho en todo tipo de movimientos juveniles. Con su artículo, pretende mostrar el poder y compromiso de los jóvenes chilenos y su interés tanto por la historia de su país como su preocupación por su futuro.

Los jóvenes son lo suficientemente competentes como para ser escuchados y tenidos en cuenta. En su artículo, García relata acerca de César Valenzuela, un joven de 17 años que era uno de los dirigentes de la rebelión ante el gobierno chileno, que por su compromiso logró que muchas otras instituciones educativas, se unieran a la causa. “Ese viernes, tampoco entraron a clases los alumnos del colegio de César. Para el lunes siguiente, los diferentes grupos atrincherados se enteraban por televisión de que también habían toman en el Liceo Miguel de Cervantes y el José Victorino Lastarria. Al otro día se les sumó el femenino Liceo Carmela Carvajal. […] Antes de que terminara la semana ya habían toman en cerca de veinte colegios y habían comenzado las protestas en el interior del país.”
[1] Afirma la autora. Valenzuela y sus compañeros tenían la seguridad de que el nivel académico de sus colegios es bajo y quisieron hacer valer su derecho como ciudadanos y el gobierno no le prestó mayor importancia “en tres meses más” cita García a un vocero ministerial. “Me dolió profundamente que desconocieran ese trabajo. El movimiento no estaba luchado porque sí, tenía argumentos y propuestas. Nos preocupamos por hacer un trabajo de base durante un año, y nos sentimos pasados a llevar como organización cuando lo desconocieron” expone la autora a Karina Delfino, presidenta del centro de alumnos del liceo 1 Javiera Carrera, donde se puede ver el grado de compromiso por parte de los estudiantes. No hay que ser mayor de edad para hablar con propiedad ante la sociedad. A los 17 años, se puede ser lo suficientemente competente como un adulto, puesto que a esa edad ya se han vivido las diferentes etapas de aprendizaje del ser humano. A lo largo de toda la vida, existen diferentes etapas para el desarrollo del conocimiento, que se clasifican, según el filósofo, biólogo, suizo Jean Piaget[2], en cuatro grupos: Periodo sensoriomotor, que se lleva a cavo en los primeros dos años de vida, preoperacional, entre los dos a siete años, periodo de las operaciones concretas, de los siete a los doce años y finalmente el de las operaciones formales, desde los doce años hasta la adultez. En el primer periodo se manifiestan diferentes conductas innatas y se van desarrollando actividades motoras, que le permiten descubrir lo nuevo a su alrededor. Al final de esta etapa, el ser humano tiene principios para realizar razonamientos de tipo deductivos, desarrollo del lenguaje y memoria. En el segundo periodo, el egocentrismo en el niño le permite hacer deducciones básicas, suponiendo que todos los objetos naturales están vivos y tienen sentimientos porque él los tiene, reflejando la experiencia limitada del niño. En la tercera, hay dominio de la lógica y reversibilidad (capacidad de racionar hacia atrás). Y por último, en la etapa de las operaciones formales, se es capaz de razonar en forma lógica sobre proposiciones o propiedades abstractas que nunca antes han experimentado con anterioridad, teniendo la habilidad de formular hipótesis, obteniendo conclusiones lógicas mediante el razonamiento. [3]

El sentido común es suficiente para llevar a cabo acciones válidas y fuertes. En su artículo, García cita a Jimena Villalobos de 17 años, quien comparte una afirmación de una integrante del Ministerio de Educación: “dijo que si argumentábamos tan bien, la educación chilena no podía ser tan mala […] Vi eso con mi mamá y te juro que nos dieron ganas de pegarle a la tele. Basta leer un poco de Historia de Chile para saber que hasta hace no mucho tiempo atrás la clase media iba aquí gratis a la universidad, salía de su colegio bien preparada. Siempre ha habido diferencias entre ricos y pobres, pero yo no soy tan pobre, tampoco, y no sé.”
[4]
El ser humano tiene la capacidad de actuar correctamente; incluso el sabio con mayor conocimiento, puede aprender de un analfabeta, reconociendo que el conocimiento nunca es absoluto, siempre hay algo nuevo para sacarle provecho “Solo sé, que nada sé”.
[5]No son necesarios estudios superiores. Como se había afirmado antes, el ser humano tiene la capacidad de llegar a una conclusión lógica por medio de un razonamiento deductivo o inductivo sin haber tenido un contacto directo con el tema que se esté tratando. El sentido común le permite a un individuo a tomar decisiones en situaciones nuevas, como por ejemplo, si se deambula por un barrio de la ciudad, donde se ven personas poco confiables y de mal aspecto, se puede deducir fácilmente que puede ser una zona riesgosa, que se podría ser una víctima de un robo o algún otro tipo de agresión; por sentido común, se busca la manera de estar a salvo, saliendo de ese lugar, o andar entre las multitudes; se podría decir que es un comportamiento instintivo. Basta con saber las consecuencias de los actos de terceros, para saber cuáles podrían ser los resultados de repetir lo hecho; he ahí la importancia de la historia.

Los jóvenes también saben lo que hacen y son capases de llevar a cabo grandes movimientos sin necesidad de pregrados. Finalmente los denominados , lograron su cometido, puesto que Michelle Bachelet (presidenta de Chile) declaró, que se le otorgarían “mayores facilidades para los alumnos pobres de Chile tuvieran acceso gratuito a transporte, alimentación y prueba de ingreso a la universidad. Además anunciaba la creación de una comisión especial destinada a revisar las bases de la educación pública chilena, incluyendo una revisión de la LOCE. El gobierno incrementó en 135 millones de dólares anuales el gasto en Educación.”
[6] Después de haber presentado los documentos requeridos y realizados los procesos reglamentarios para hacer algún tipo de reforma o petición en un gobierno democrático, es completamente válido, en caso de no ser atendidos como corresponde, tomar medidas necesarias (cómo en este caso, una protesta), puesto que al tratarse de una democracia, el pueblo debe obtener lo que reclama y exigir sus derechos. Considero, que Marisol García logra mostrar su apoyo a los jóvenes, transmitiéndole al lector el alcance que tienen las nuevas mentes, y el poder que tienen las masas para resolver las injusticias que se presenten en el gobierno de la sociedad.
[1] La rebelión de los pingüinos revista Gatopardo No. 71 de 2006 pág. 3 del artículo.
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Jean_Piaget. Vista por última vez el 17 de febrero de 2009
[3] Cfr. Desarrollo de la mente infantil según Piaget. MAryAnn S. Pulask.
[4] Cfr. Ibíd. Pág. 6 del artículo.
[5] Sócrates.
[6] Ibíd. Pág. 8 del artículo.

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